La burbuja de carbono o burbuja de los combustibles es una burbuja en la tasación de las compañías productoras, refinadoras, distribuidores y demás dependientes de la producción de energía basada en combustibles fósiles, porque los costes ciertos del dióxido de carbono en la intensificación del calentamiento global, no se ha tenido aun en cuenta en la tasación del mercado de valores de cada compañía de este tipo.[1][2] Actualmente el precio de las participaciones y acciones de las compañías de combustibles fósiles están calculada bajo la suposición de que todas las reservas de combustibles fósiles se van a consumir. Una estimación hecha por Kepler Chevreux pone la pérdida en valor de las compañías de combustibles fósiles debido al impacto del crecimiento de las renovables en EE. UU. de $28 billones en las próximas dos décadas.[3][4] Un análisis más reciente llevado a cabo por Citi establece dicha figura en $100 billones.[5][6]
Analistas en ambos el petróleo y las industrias financieras, están concluyendo que la "edad de petróleo" ya ha logrado una etapa nueva donde el suministro sobrante que aparecido en tardío 2014 puede continuar prevalecer en el futuro.[7] Parece que va emergiendo un consenso de que se va logar un acuerdo internacional para introducir medidas para constreñir la combustión de hidrocarburos en un esfuerzo para limitar el aumento de temperatura global al nominal de 2 °C, que se predice consensuadamente para limitar el daño medioambiental a niveles tolerables.[8]
Según el Comité sobre Cambio Climático (CCC) del Reino Unido, sobrevalorar empresas que producen combustibles fósiles y gases de efecto invernadero supone una amenaza seria a la economía. El comité advirtió al Gobierno británico y al Banco de Inglaterra de los riesgos de la burbuja de carbono en 2014.[1] Al año siguiente, Mark Carney, el Gobernador del Banco de Inglaterra, en su conferencia a Lloyd's de Londres, advirtió que el limitar el calentamiento global a 2 °C, parece requerir que la "mayoría vasta" de reservas de combustibles fósiles sean "valores varados", resultando en una exposición "potencialmente enorme" para los inversores en aquel sector.[9] Concluye que "la ventana de oportunidad es finita y va encogiendo", lo que denominó como la "tragedia del horizonte". Aquel mes mismo, la Autoridad de Control Prudencial del Banco de Inglaterra emitió un informe que mencionaba los riesgos y oportunidades que presenta el cambio climático para la industria de seguro.
En su discurso en el que se anuncia su negativa a la propuesta para construir el oleoducto Keystone XL , el presidente de Estados Unidos Barack Obama dio de forma resumida una razón para la decisión "... finalmente, si vamos a impedir y prevenir que grandes partes de esta Tierra se conviertan no sólo en inhóspitas, sino inhabitables a lo largo de nuestras vidas, debemos comenzar a mantener algunos combustibles fósiles en el suelo...".[10][11]
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